sábado, 26 de febrero de 2011

UN SUEÑO

Ligia recordaba el sueño que se repetía una y otra vez, donde eran infaltables
esos ojos profundamente celestes del "hombre del sueño "como lo identificaba desde lo más profundo de su inconsciente, invariablemente fijos en los suyos.

Ya hacía tres meses, que la noche de la discusión con Leandro, donde lo último que recordaba era la furia muda reflejada en su mirada, como despedida antes de cerrar la puerta del departamento, con el último sonido que quedó en esos meses en su memoria, que se repetía una y otra vez, en el sueño recurrente: sus pasos al bajar la escalera....

Unas horas después, una llamada le anunciaba la muerte en accidente automovilístico de Leandro, con una mujer que lo acompañaba, que corrió la misma suerte.
Allí, comenzó la tortura, la reiteración una y otra vez, del sueño, la impotencia de su sicólogo y un desmejoramiento de su persona, que preocupaba a todos los que la conocían.

Un día, hubo una variante en el sueño, Leandro, venía, acompañado en imágenes difusas, con un amigo, que tenía una mirada seria, de profundos ojos celestes...
Con la vertiginosidad e incongruencia de los sueños, también la imagen de Raquel, compañera de trabajo de ambos, se perfilaba en situaciones envueltas en una nebulosa incomprensible, (ella era la mujer que acompañaba a Leandro, cuando el accidente)..

Hubo una principio de acuerdo tácito, en ese fantasmagórico encuentro de Leandro, su amigo y las dos protagonistas femeninas... en donde una especie de invitación quedó concertada, en el sueño fantasmal, donde quedaba implícita, la asistencia de los cuatro..
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Ligia, despertó agitada, asustada...¿Qué significaba esa invitación desde el más allá?
Aunque al cuarto protagonista de su sueño, no lo conocía más que en el mundo alucinante al que arribaba noche tras noche, donde sus ojos celestes no se apartaban de los suyos...

Al siguiente día, visitó a su sicólogo, que como siempre, la escuchó atentamente, dialogando luego con ella, con la misma autoridad y solvencia de siempre, con lo cual Ligia, recobró su tranquilidad, que por otra parte, se completó cuando por la mañana, descansada y con un estado de ánimo muy parecido a la felicidad, salió para la oficina, casi despreocupada porque esa noche...¡El sueño, no había reaparecido....!!

Caminó casi feliz por Laietana y esperó sin impaciencia con la enorme cantidad de personas que esperaban la señal verde, que fue la primera que detectó, con lo cual, se largó decidida a cruzar cuando estaba a favor del peatón....
Una moto que no pudo detener la marcha a la velocidad que venía, fue directamente a ella, sin poder detenerse.....
Lo último que Ligia horrorizada vió, fueron unos ojos profundamente celestes...




SENTÍA QUE, PODÍAMOS ENTENDERNOS

Como una joya, engarzada en la barranca, contenido entre perfumes de flores silvestres, estaba el rancho, en agreste paisaje, que, parecía ocultar, notas de guitarras, empujando a las hojas que bailoteaban movidas por el viento. Al llegar, lo habíamos hecho por escalones de piedras, que, luchaban por cumplir su misión, entre vegetación tan exuberante; a los más incapaces, nos eran muy útiles las rústicas barandas de troncos, que, marcaban el camino. Casi de pronto, se abrió la visual y nos encontramos en el patio de tierra apisonada, al parecer, sostenido por la barranca, de matas espesas y florecidas, que se perdían en la hondonada. A lo lejos, las islas, custodiadas por nuestro conocido río Paraná, marrón, cauce de numerosas barcas, que, merecían los comentarios de los entendidos. El sol, ya estaba en lo alto, de un cielo celeste y limpio. al entrar al patio, tres perros, salieron a recibirnos, con tranquilizadores movimientos de rabo, por lo que se veía, que estaban acostumbrados a recibir visitas. Güado, el dueño de casa, nos recibió cordialmente, él mismo le había dicho a Favio, nuestro editor y fundador del Centro Cultural Baigorria, que los poetas, lo fuéramos a visitar. Desde el patio mismo de su rancho, con todo el río al frente, alcanzando a ver, también el puente, Rosario Victoria, en charla amena y como si fuéramos amigos de muchos años, Güado nos explicaba, lo placentero y a la vez lo minucioso de su trabajo. Pasamos a su vivienda, museo, exposición artística y retiro, de este artista tan singular.... no había nada superfluo, sobre la mesa una enorme araña de troncos, trabajada con una paciencia infinita, los estantes, llenos de piezas de ajedrez, morteros, cálices, ceniceros, artesanías realizadas con raíces, troncos increíblemente trabajados, una figura oriental, todo lo inimaginable, extraído de un tronco.....Al rato, un aroma exquisito de asado a la parrilla, comenzó a extenderse por el patio, y al salir, invitados por Güado, encontramos en el sencillo patio, una mesa servida, para todos nosotros, pollo y carne asada, y la más variada cantidad de ensaladas, para todos los gustos, igual que las bebidas....unos arbolitos del patio, nos dieron la frescura, para seguir gozando de ese paraíso. Era tan plácido, dejarse estar, entre todo lo sencillo, primario, y agradable, que el hombre necesita, que, era como que descubríamos allí, el sentido de la vida, y las pocas cosas que se necesitaban para vivir feliz, a la vez, entendíamos el retiro de ese hombre, que había descubierto cual, era el camino...Allí recuerdo que pensé que, con personas así en el mundo, sentía que podíamos entendernos. Al rato, nos invitaron de nuevo adentro, donde en el hogar, rústico, eficiente, gastando sólo un tronco enorme, que nos decía le duraba hasta la noche... apareció de pronto, una guitarra; el mate, ya andaba dando vueltas también..... Güado abrió la tertulia, casi acariciando su guitarra y quedamente, muy sentido, entonó dos o tres canciones, que nos hicieron sentir muy en lo profundo, que esas eran nuestras raíces, que estos eran nuestros lugares, y que, vaya, que satisfacción nos daba.... En eso, el dueño de casa, con toda naturalidad, sin tener que rogar, le alcanzó la guitarra al asador, del cual, todos creíamos que, acabadamente, nos había demostrado sus habilidades.......Tomó la guitarra y con la tranquilidad de lo cotidiano, arrancó con una voz magnífica, cantándole a todo lo bello que nos rodeaba, a ese río de Argentina, al amor, a la paz, a los sueños. Cantamos todos, animados por ese ambiente genuino de amistad, rodeados de tanta capacidad, para hacernos sentir tan bien, si es que algo nos faltaba en ese paraíso que nos rodeaba.

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